Hay sangre en la arena...
El espectáculo desde la barrera es aun más grotesco, desagradable en realidad, incomprensible siendo menos emotivos, el baile suicida, el cuadro patético de los pases inconclusos, la sangre y la baba, el dolor es en realidad tan ajeno cuando te encuentras fuera de la escena, que no comprendes como se mueven los hilos que impulsan todo el teatro; sin embargo y para ser justos (porque la justicia es lo último que nos queda a los que asesinamos la conciencia) debo decir que una vez pisas la arena, el escenario da un giro de 180º, la adrenalina, la endorfina, la sobredosis emocional, el peligro, la danza, el azar, lo incongruente deja de ser repugnante para ser brutalmente atractivo, tu enfrentado a la invencible fuerza que se apea frente a ti, insostenible sobre sus cuatro cortas extremidades, el resoplido de su aliento confundido con la sangre te hace recordar que lo que enfrentas es mayor a ti, y que el premio probablemente no lo valga, aun asi no tienes más que un segundo para dudar antes que todo se te abalance e intente arrebatarte el último suspiro de tu propio dolor, hay sangre en la arena, pero afortunadamente no es la mia. No, porque mientras estuve dentro me di cuenta que lo único que buscaba era la melancolía del final, el dolor, cuando alguno de los dos: bestia o guerrero, suspire por última vez, y el vencedor se lleve las rosas del público, el fin justifica los medios, y en mi caso por algún tiempo lo hizo, fui capaz para vencer no solo de usar la espada y el capote, sino la daga y el veneno, y aunque la adrenalina y la alegria lo justificaran, al final lo único que buscaba ya no estaba alli, fue entonces cuando limpié la espada, doble el capote, enfundé la daga, y me tragué el veneno, y dando un paso atrás me salí del ruedo, y todo desde aca se ve tan diferente, la melancolía es más patética aun, y eso tal vez esté mejor.
Ricardo.
PS: nunca en mi vida he estado en un ruedo, y no me gusta de por si... pero pues los que me conocen ya sabrán leer lo que escribo, con el toque de incredulidad que se le debe poner, como el condimento a la comida. Dúdenlo pero nunca lo desmientan, porque tal vez esté hablando de uds.
Ricardo.
PS: nunca en mi vida he estado en un ruedo, y no me gusta de por si... pero pues los que me conocen ya sabrán leer lo que escribo, con el toque de incredulidad que se le debe poner, como el condimento a la comida. Dúdenlo pero nunca lo desmientan, porque tal vez esté hablando de uds.
2 Comments:
pero saliste del ruedo; bien, no?...
Podrías decir eso, aun estoy vivo... aunque ahora siempre escucho a Jim Adkins en mi cabeza, y su 'dolor' diciendome que le tema al futuro, porque queda mucho por recorrer...
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